

Un día 6 de enero de un año cualquiera (ni siquiera ellos sabían que día marcaba el calendario), reunieron todos sus bienes y emprendieron un arduo camino. Uno llevaba todo lo que su familia consiguió juntar en meses, el otro la esperanza del pueblo, y un tercero sus ahorros de años de trabajo.
Los tres descendían de diferentes etnias, tenían distinto color de piel y hasta hablaban diferentes lenguas, pero les unía el destino y las ansias de llegar. Una estrella fugaz les servía de guía, pero internamente les carcomía el miedo de saberse a la deriva, sin más resguardo que lo que llevaban puesto.