jueves, marzo 29, 2007

Instintos Básicos

El avance de la tecnología nos permite reproducir cada vez más fielmente videos y sonidos. De esta manera los demás sentidos, el tacto, el gusto y el olfato, quedan marginados a un segundo plano.

Hasta la magnífica novela y película El perfume narra (magnificamente, cabe aclararlo) visualmente las fragancias más seductoras inimaginables. Pero de la misma manera en que es posible transmitir olores con palabras, debería ser de la misma manera lo contrario: recrear palabras, sentimientos a través de aromas.

¿Alguien duda de que llevemos incorporado un lenguaje olfativo? Todos tenemos uno dentro, y el siguiente anuncio refleja situaciones reales, que versan sobre nuestros instintos prehistóricos todavía vigentes en el siglo XXI.



martes, marzo 27, 2007

El turó de la Rovira

A pesar de estar en la zona alta de la ciudad, el turó de la Rovira está condenado al ostracismo. El lujo y el comfort está reservado para otros barrios, no para el Carmel. Esta pequeña colina está lo suficientemente alejada del centro como para organizar un parque de atracciones recalificador del suelo, estilo Forum. Solamente un par de autobuses llegan hasta arriba, tras escalar una pendiente que requeriría el mayor esfuerzo hasta de Lynn Hill.

El agua corriente llegó hace apenas unos años, bien entrados los setenta, lo que hace que uno se plantee una duda existencial: ¿entonces cuándo llegará la conexión Wi-Fi?

Turó en castellano, significa colina, cerro. Desde siempre, el ser humano creyó que viviendo en los lugares más altos tendría más seguridad, que estaría más protegido de sus semejantes. Siguiendo este criterio, esta elevación fue elegida por los íberos como morada.

Ya en la guerra civil, fue un punto escogido estratégicamente para colocar una batería antiaérea que defendiese la ciudad. Sin embargo, estaba ubicada muy lejos del mar, que era de donde venían los aviones que despegaban desde Mallorca, por lo que resulto bastante inútil.

El turó, olvidado en el crecimiento de la ciudad, se dedicó a amontonar barracones, hoy ya lejanos en el recuerdo. No obstante, hubo una propuesta no hace tanto de restaurar esta forma de hacinamiento, con el proyecto de construir pisos de protección oficial de reducidas dimensiones.

Pero todo pasa, y los únicos rasgos que conserva de su pasado arrabalero son los azulejos reutilizados, desechados en renovaciones de otros barrios, desprotegidos de cara al cielo, tras el derribo de los techos y paredes que les cobijaba. Esta forma de reciclaje antigua invita a jugar a adivinar la parte de la casa en la cuál hacían de suelo. Unos escalones, desniveles, agujeros…

¿Cómo intuir si es una cocina o un baño? Sus casas eran fruto de años y años de patchwork. El arte graffitero urbano cabalga a sus anchas en esta zona. Aunque este en expansión, no parece ser una amenaza para la conservación de la memoria histórica de estos barracones silenciados.