martes, enero 23, 2007

Zona de exclusión


Si no fuese porque todavía está latente el recuerdo de la prisión, Yolanda Martínez intentaría nuevamente robar en algún pequeño supermercado para poder comer. Demasiado mayor para poder trabajar, una ducha de agua caliente es para ella lo que es un dulce para un niño.

Sin embargo, alguna vez tuvo un buen empleo, y si ahora vive del dinero que le dejan los turistas del barrio gótico, es porque algo salió mal no recuerda muy bien cuando. Años atrás se esforzaba en tener un buen aspecto y buscar trabajo, pero hoy ya no vale la pena.

Unas pocas monedas son todo un tesoro, y los desprendidos que se apiadan de ella, son en el fondo unos miserables sinvergüenzas orgullosos.

Cada día es un deambular incesante. La palma abierta de su mano, el silencio, y los incontables pasos de quien deambula sin rumbo fijo hacia ninguna parte, con la única compañía de la nostalgia de un tiempo pasado mejor.

(Joaquín diría perdón x la crudeza, digo, tristeza)