lunes, diciembre 11, 2006

Biblio tomo VI: Biblioteca Jaume Fuster

Iván es estudiante de diseño gráfico. Su barba de dos días sin afeitar y los huecos que el pelo le deja libre en su cabeza lo hace parecer mayor. Cuando tiene examen acude a la biblioteca Jaume Fuster a estudiar, y cuando el calendario no lo aprieta, como hoy, lleva su portátil Mac y aprovecha el servicio de Wi-Fi para navegar por Internet.

Las instalaciones de este centro, uno de los más nuevo de los 174 desperdigados por la provincia, se asemejan a un planetario achatado, imitan a una tortuga gigantesca, un plagio mal hecho de una construcción de Gaudí (dejando en claro que esas cosas ya no se hacen hoy día). Flanqueado por un lado, el que da a la plaza Lesseps, por un amplio descampado con asientos en los que descansan y se refrescan turistas esquivos al sol que vuelven del parque Güell. Y por el otro, el de atrás, edificios de más de un siglo de antigüedad a escasos 3 metros de los luminosos ventanales.

En el interior, las estanterías aguardan raquíticas la llegada de libros. Las paredes, revestidas de madera clara, luego de los 2 metros se convierten en blancas, y quien sabe a que altura, en techo. Sin dudas, es un lugar cómodo para la lectura, con espacios enormes, techos altos, numerosos sillones y paredes acristaladas que no se oponen a la entrada de la luz solar. Si uno anda distraído es muy fácil perderse, los desniveles se comunican con escaleras desiguales, como si fuese un loft gigantesco que no guarda simetría.

En sus… ¿3 pisos?, ¿o 4?, están repartidos un espacio polivalente, una sala de exposiciones (de momento vacía), un auditorio y un espacio multimedia equipado con 10 ordenadores, una impresora láser color, un escáner y 8 cámaras web. Especializada en cultura juvenil y viajes, en su ¿segunda? planta, con los lomos marcados con CJ, se encuentran los libros que tratan de movimientos sociales, tribus urbanas, inserción laboral, afectos y otros temas que preocupan a los adolescentes de hoy en día (o se supone que los inquietan).

En una planta más abajo, el centro de autoaprendizaje de idiomas reúne en formato multimedia material en 14 lenguas distintas, tan dispares como el ruso, danés, suomi (finés) o japonés. Además, la Jaume Fuster también participa, junto con la Vapor Vell y con la de la Santa Pau-Santa Creu, en el programa diarios del mundo, que juntan publicaciones en 20 idiomas diferentes.

Sin embargo, la biblioteca también sale a la calle. Mediante el programa de préstamo y lectura a domicilio, destinado a todos aquellos con movilidad reducida o con problemas de visión, un voluntario llevará el material escogido al domicilio tras acordar la cita. Los principales benefactores de este servicio son los ingresados en el Hospital de la Esperanza, cercano a Vallcarca, en el distrito de Gràcia.

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