miércoles, diciembre 06, 2006

Biblio tomo V: Barcelona, Cataluña, España, Europa...

Después de rotar por media docena de bibliotecas de la red de la Diputación de Barcelona, Manuel Mendoza desempeña sus funciones desde hace 5 años en la UPC. En los primeros 3 estuvo en el Campus Nord y desde hace 2 ejerce sus funciones en la Facultad de Náutica, al costado del Pla de Palau. Pero el mayor contraste entre los distintos centros no se encuentra dentro de Cataluña, sino entre las diferentes comunidades autónomas, ya que las competencias que poseía el Estado español fueron traspasadas. “Cada comunidad maneja su propia red”, explica, y pone en relieve que en pocos sitios del territorio “se trabaja con la coordinación con la que se hace aquí”, en Cataluña.

No obstante, si la comparación se proyecta hacia los países europeos, el panorama cambia sustancialmente. El ejemplo a imitar es el de los Estados nórdicos. “Allí, este es un tema que se ha cuidado siempre al máximo”, y cuando debe elaborar una escala considerando la calidad del servicio, ubica a los “suecos, daneses y finlandeses por delante de los noruegos, aunque el nivel es alto en todos los casos”. En Gran Bretaña y Francia la situación es distinta. El Reino Unido se está recuperando de la etapa de Margaret Tatcher, en la que “se hundieron en la miseria, llegando incluso a privatizarse algunos servicios”. En el Estado galo, “las bibliotecas están supeditadas a los intereses de cada municipio”, por lo tanto al no estar entrelazadas pierden bastante efectividad.


Además, las sociedades nórdicas “son grandes aficionadas a la lectura”, ayudadas por “un clima que les invita a quedarse en casa y entretenerse”. Este comportamiento, reflexiona Manuel, “se nota en todo: en el grado educativo, en el conocimiento de las nuevas tecnologías, la cantidad de libros editados y en el nivel cultural, realmente envidiable”.

Volviendo nuevamente a la provincia de Barcelona, ¿cómo se hace para que más de 5 millones de habitantes, mal distribuidos, accedan a la oferta de servicios? Núria Ventura destaca la implementación de los 9 bibliobuses que posee la red, y que son auténticas bibliotecas itinerantes, que “permiten tener un servicio mínimo a los municipios que tienen entre 300 y 3000 pobladores, que no pueden afrontar los costes de un centro fijo”. Las visitas a los pueblos son con una frecuencia semanal o quincenal, que permiten repartirse y llegar a abarcar 101 municipios. Para las poblaciones entre 3000 y 5000 habitantes, “hay pequeñas dependencias filiales, tuteladas por una central comarcal o zonal que auspicia de soporte”, añade Núria.


Retrocediendo en el tiempo, la jefa de coordinación relata que las primeras bibliotecas públicas fueron inauguradas en 1918, “eran 4, fueron creadas por la Mancomunitat y estaban ubicadas una por cada provincia”. Muy poco tiempo después, apenas 2 años más tarde, “se organizaron unos servicios centrales conjuntos, para disponer de recursos compartidos, unificar criterios técnicos, intercambiar conocimientos y experiencias”. Realizando un balance, ella destaca entre las ventajas de formar parte de una telaraña que “les ha dado fuerza a los servicios, ha permitido a los profesionales organizar mejor su labor y ha facilitado que en épocas difíciles para la cultura las bibliotecas se mantuvieran mínimamente a flote”.

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