martes, diciembre 05, 2006


La salida más cercana a la montaña de la estación de Muntaner de los Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya está sincronizada con el semáforo de esa misma esquina. Sé que suena absurdo, pero ya lo comprobé más de 100 veces. No se si este fenómeno ocurre solo en las horas punta, o durante todo el día, pero la tupida masa de gente que sale a las 9 de la madrugada por la boca de la estación, marcha directamente al paso de cebra con el piloto automático encendido. Allí, a apenas un par de metros del último escalón, el semáforo cambia a rojo para detener a los coches y dejar paso a la marea humana.

¿Hasta cuando las autoridades continuarán negando este complot? ¿No sería mejor hacerlo público, y destacar orgullosamente que se está alcanzando un teutónico grado de organización, tan aceitado como los engranajes del mecanismo de un reloj suizo?

Pero no, los mediocres gobernantes de turno prefieren mantenerlo en silencio. ¿Será porque tendrían que reconocer otros sistemas de normalización peores? Antes, cuando éramos pequeños, nos obligaban a vestirnos con uniformes. Ahora que somos mayores, debemos soportar otro tipo de lastres, que pretenden minarnos la moral, como lo que ocurre en la estación Provença, del mismo consorcio de transporte público. Les anticipo, estimados amigos, que en breve me explayaré acerca de esta brutal rémora que debemos soportar sistemáticamente de lunes a viernes.

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